MONNA BELL
"La vida es una tómbola,
tóm, tóm, tómbola"
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Fragmentos publicados en VOGUE.
(Derecha: "Monna Bell", foto de Max Clemente, staff Vogue)
Sólo
a partir de la explosión de las redes de comunicaciones satelitales, es decir
en los convulsos años sesentas, se ubica la llamada "canción popular"
en su más alta expresión. Cuando cada región aporta también lo suyo en caudal
de voces. Es a partir de entonces que la canción latina termina de consolidarse
con sus líneas melódicas, formas armónicas, voces y letras propias. En un
momento en que la gente ya no desea "conocer" sino que busca
"saber", en que para contraponer la técnica que lo invade todo, busca
elevarse a ese algo oculto de donde proceden los fenómenos sensibles. La
canción popular estuvo marcada por dos guerras mundiales y el dominio del
átomo, por la llegada a la Luna y los innumerables exilios.
El resultado hoy es sorprendente: la canción
popular llevó al pueblo a poetas como Pablo Neruda, Antonio Machado, a Borges y
Octavio Paz... que se dispersaron sus letras en canciones populares arregladas
musicalmente por artistas enormes, practicantes de disciplinas altamente
depuradas. La canción popular representó un fuerte desafío para los intérpretes,
que deben no sólo saber decir, sino también saber decir algo; prestando su voz
al diálogo del ser nuestro de cada día, que necesita hablar de aquellas
pequeñas cosas que por tener cerca, justamente, a veces no vemos.
El título de un tema de la cantante chilena
Monna Bell se hizo famoso de inmediato: "La vida es una tómbola".
Ella, hoy, ennoblecida por su arte, mantiene su vigencia como un eco largo,
inacabable. Es conocida en toda Hispanoamérica, y se hizo respetada en los
países anglosajones veinte años antes que Julio Iglesias. Su estirpe es de
pioneros. Quebró la xenofobia norteamericana a la canción latina al ser
invitada a las catedrales de la música pop del norte: los shows de televisión
de Ed Sullivan y Jhonny Carson... hasta ahora se presenta largas temporadas en
Las Vegas y Hollywood. Abrió un mercado inédito para nuestros cantantes,
imponiéndose casi de inmediato.
Triunfa primero en Chile, en el Festival de
la Canción de Viña del Mar, y luego triunfa en el Festival de Benidorm, en la
costa mediterránea de España. A partir de entonces, ha recibido todos los
elogios de la crítica: "Trofeo Avelino Muñoz" de Panamá, a la artista
extranjera más popular en Centroamérica; "Trofeo a la Voz", IX Reseña
Mundial de Festivales Cinematográficos", México; "Trofeo Gran
Voz" de Colombia; triunfadora del "Primer Festival Mundial de la
Voz", en Venezuela; "Primer Festival del Mediterráneo", España;
"Festival Internacional de la Canción Popular", Brasil; "Festival
de la Canción Latina en el Mundo", México; "Disco de Oro de
Hollywood", a la Voz Latina, USA; en España y toda América ha obtenido la
mayoría de los reconocimientos a que puede aspirar un cantante popular. Al
respecto, ella dice:
-Los premios han sido algo absolutamente
secundario en mi vida. Yo nunca he cantado para recibir premios, nunca quise
ser una estrella, sólo he querido ser una cantante, una intérprete de
canciones, nada más. Y a partir de ahí, hacerlo lo mejor posible. Ahora, cuando
han transcurrido tantos años desde que comencé, aún me causa sorpresa el ver
cómo se ha desenvuelto mi historia, que es la historia de una mujer que
descubrió que haciendo lo que quería -cantar-, podía, además, vivir de
ello. Yo canto como un carpintero hace
un mueble o cómo un médico sana una herida. Creo que sólo Dios es algo más
importante para el ser humano después de su trabajo. Pienso que el trabajo es
la forma perfecta de relación con nuestros semejantes, por eso me ha interesado
siempre hacerlo mejor cada vez. Porque una profesión mal servida es el caos en
nuestra sociedad; si uno hace lo suyo lo mejor que puede, todo a su alrededor
se levanta; es un desafío que la madre de familia enfrenta cada día. Como cada
uno en su profesión... De un buen profesor sólo puede surgir buena educación;
de un buen político sólo debe surgir buena política...si las cosas no son
mejores para el pueblo es porque la profesión política no está bien servida. Si
las cosas no son mejores, es porque nuestras profesiones no están bien
servidas. Cantar, entonces, es mi forma natural de relación con la época en que
vivo. Y es mi forma de relacionarme con Dios, por supuesto. Porque soy creyente
en un Orden Universal. Es cierto que hay quienes creen en Dios por temor, yo
no: creo en Dios por agradecimiento, porque mi historia es, además, la historia
de una mujer conforme -nos dice.
El estilo de Monna Bell es propio de ella,
inédito. Desde su sitial, en que no se necesita del éxito en el
"ranking", ya no requiere probar nada a nadie. Simplemente es quién
es. Por eso es que sólo ha grabado contadísimos discos en su vida: "En mi
carrera siempre presentí que no se trataba de cantidad, sino de calidad.
Digamos que mis discos han sido, por decirlo así, meras casualidades. Sin
embargo, con toda modestia, creo que he entregado uno o dos discos que el
público ha recibido y ha hecho suyo en el seno del hogar. Lo que para mí es
suficiente. Ahora, sigo abocada a mis presentaciones personales. Quizás grabe
uno o dos discos más, pero sólo si creo que van a quedar en el corazón del
pueblo; a manera testimonial, nada más; porque la canción popular es patrimonio
del pueblo, por derecho propio."
Así, en su fulgurante madurez, la legendaria
voz de Monna Bell la tenemos presente ahora en un disco con canciones que ha
escrito para ella Juan Gabriel, el compositor más popular de México. Digámoslo,
él también es un "clásico" de la música popular; entonces este disco
nuevo es excepcional. En verdad, y Juan Gabriel lo sabe, aquí no se trata de
estar sólo en la rokola, porque la memoria de la rokola es de lo más efímera.
Monna Bell cantando a Juan Gabriel es lo seguramente vivo, he aquí el
clasicismo referido.
Monna Bell nació en Santiago, donde a los
veinte años ya era una figura respetada de la música popular chilena. Comenzó
profesionalmente a los 16, recorriendo Chile como "crooner" de una
orquesta de jazz; pasó a la canción popular acompañando al legendario director
musical Roberto Inglés en sus actuaciones: él la ayuda a crear su estilo:
"Canto en tonos más bajos, esa es toda mi diferencia. Lo demás es el oído
del público." A los 25 años graba en España dos canciones: "El
telegrama" y "La vida es una tómbola", y la ubican de un golpe.
Se radica en México al cambiar su vida: contrae matrimonio con Alex Phillips
II, el legendario fotógrafo de cine, con quien son padres de dos hijos. Nunca
ha dejado sus presentaciones personales en salas de fiesta de la Ciudad de
México, de Río de Janeiro, Buenos Aires, Beiruth, New York o California, lo
mismo está haciendo una larga temporada en Las Vegas o viaja a dar un solo
concierto a Caracas. Se entiende, entonces, porqué grabar más o figurar en la
noticia del día no le importa. Nos dice:
-Para
un intérprete un disco pasa a ser algo extático, porque se hace y pasa a ser
patrimonio de los demás. Estar en el escenario, cantando en vivo es otra cosa:
es la comunicación inmediata, mi forma de alabar a Dios y a mis semejantes, no
menos. Que esa comunicación, para mí es agua viva, algo que tiene que ver con
una nota musical precisa, con decir lo mejor posible una canción, así sea una
canción que nunca hubiera grabado. A eso nada más aspiro, a servir de
intérprete lo mejor posible. Que ese logro secreto es para mí más que
suficiente.
(Derecha: "Monna Bell y Waldemar Verdugo Fuentes",
fotos Nadine Markova, Max Clemente, staff Vogue)
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