26/1/16

ELOGIO A MONNA BELL

“Cantar es mi forma natural de relación con la época en que vivo, con mis semejantes. Y es mi forma de relacionarme con cierto Orden Universal” -nos dice Monna Bell. Fotos: Monna Bell y Waldemar Verdugo Fuentes Fragmentos publicados en Vogue y Novedades, México RESCATE DE PAPEL VEGETAL Escrito incluido en el libro “FRAGMENTOS DE CHILE” Monna Bell forma parte de la estirpe de artistas que en el siglo XX logró que la canción popular en nuestro idioma terminara de consolidarse con sus voces propias. Ella también amaba la lengua portuguesa porque se la enseñó sola, igual como salvó los desafíos de la vida desde que comenzó a trabajar cantando desde su niñez en Santiago de Chile, donde nació, que fue en su vida como una noche callada y el único lugar donde regresaba por el puro placer de estar. Dice Monna Bell de su trabajo musical: -Creo que sólo Dios es algo más importante para el ser humano después de su trabajo. Pienso que el trabajo es la forma perfecta de relación con nuestros semejantes, por eso me ha interesado siempre hacerlo mejor cada vez. Porque una profesión mal servida es el caos en nuestra sociedad; si uno hace lo suyo lo mejor que puede, todo a su alrededor se levanta. Si las cosas no son mejores, es porque nuestras profesiones no están bien servidas. Cantar, entonces, es mi forma natural de relación con la época en que vivo, con mis semejantes. Y es mi forma de relacionarme con cierto Orden Universal. Es cierto que hay quienes creen en Dios por temor, yo no: creo en Dios por agradecimiento, porque mi historia es, además, la historia de una mujer conforme. Los premios han sido algo absolutamente secundario en mi vida. Yo nunca he cantado para recibir premios, nunca quise ser una estrella, sólo he querido ser una cantante, una intérprete de canciones, nada más. Y a partir de ahí, hacerlo lo mejor posible. En mi carrera siempre presentí que no se trataba de cantidad, sino de calidad. Mi trabajo es cantar, a eso nada más aspiro, a servir de intérprete lo mejor posible. Que ese logro secreto es para mí más que suficiente. RÉQUIEM POR MONNA BELL (1938-2008) Amiga mía, pocos meses antes de devolverte a la distancia conversábamos con frecuencia por el chat. Dos días antes de que partieras, llevé mi micrófono a la terraza de mi hogar aquí en Cartagena para que escucharas el sonido del mar y el canto de las gaviotas: guardaste silencio y luego me escribiste “Nunca creí que pudiera sentir esto, pero ahora lo único que desearía sería estar de regreso en Chile”. Muy querida Monna, te dije, te enviaré un crucigrama de un diario popular chileno en que tu nombre aparece hoy, entre las palabras secretas cruzadas del juego, a manera de un aspecto muy delicado de nuestra mentalidad chilena. Aquí en Chile estás para siempre.

16/1/08

MONNA BELL, UNA VOZ.

MONNA BELL
"La vida es una tómbola,
tóm, tóm, tómbola"

Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Fragmentos publicados en VOGUE.
(Derecha: "Monna Bell", foto de Max Clemente, staff Vogue)


Sólo a partir de la explosión de las redes de comunicaciones satelitales, es decir en los convulsos años sesentas, se ubica la llamada "canción popular" en su más alta expresión. Cuando cada región aporta también lo suyo en caudal de voces. Es a partir de entonces que la canción latina termina de consolidarse con sus líneas melódicas, formas armónicas, voces y letras propias. En un momento en que la gente ya no desea "conocer" sino que busca "saber", en que para contraponer la técnica que lo invade todo, busca elevarse a ese algo oculto de donde proceden los fenómenos sensibles. La canción popular estuvo marcada por dos guerras mundiales y el dominio del átomo, por la llegada a la Luna y los innumerables exilios.

   El resultado hoy es sorprendente: la canción popular llevó al pueblo a poetas como Pablo Neruda, Antonio Machado, a Borges y Octavio Paz... que se dispersaron sus letras en canciones populares arregladas musicalmente por artistas enormes, practicantes de disciplinas altamente depuradas. La canción popular representó un fuerte desafío para los intérpretes, que deben no sólo saber decir, sino también saber decir algo; prestando su voz al diálogo del ser nuestro de cada día, que necesita hablar de aquellas pequeñas cosas que por tener cerca, justamente, a veces no vemos.

   El título de un tema de la cantante chilena Monna Bell se hizo famoso de inmediato: "La vida es una tómbola". Ella, hoy, ennoblecida por su arte, mantiene su vigencia como un eco largo, inacabable. Es conocida en toda Hispanoamérica, y se hizo respetada en los países anglosajones veinte años antes que Julio Iglesias. Su estirpe es de pioneros. Quebró la xenofobia norteamericana a la canción latina al ser invitada a las catedrales de la música pop del norte: los shows de televisión de Ed Sullivan y Jhonny Carson... hasta ahora se presenta largas temporadas en Las Vegas y Hollywood. Abrió un mercado inédito para nuestros cantantes, imponiéndose casi de inmediato.

   Triunfa primero en Chile, en el Festival de la Canción de Viña del Mar, y luego triunfa en el Festival de Benidorm, en la costa mediterránea de España. A partir de entonces, ha recibido todos los elogios de la crítica: "Trofeo Avelino Muñoz" de Panamá, a la artista extranjera más popular en Centroamérica; "Trofeo a la Voz", IX Reseña Mundial de Festivales Cinematográficos", México; "Trofeo Gran Voz" de Colombia; triunfadora del "Primer Festival Mundial de la Voz", en Venezuela; "Primer Festival del Mediterráneo", España; "Festival Internacional de la Canción Popular", Brasil; "Festival de la Canción Latina en el Mundo", México; "Disco de Oro de Hollywood", a la Voz Latina, USA; en España y toda América ha obtenido la mayoría de los reconocimientos a que puede aspirar un cantante popular. Al respecto, ella dice:

   -Los premios han sido algo absolutamente secundario en mi vida. Yo nunca he cantado para recibir premios, nunca quise ser una estrella, sólo he querido ser una cantante, una intérprete de canciones, nada más. Y a partir de ahí, hacerlo lo mejor posible. Ahora, cuando han transcurrido tantos años desde que comencé, aún me causa sorpresa el ver cómo se ha desenvuelto mi historia, que es la historia de una mujer que descubrió que haciendo lo que quería -cantar-, podía, además, vivir de ello.  Yo canto como un carpintero hace un mueble o cómo un médico sana una herida. Creo que sólo Dios es algo más importante para el ser humano después de su trabajo. Pienso que el trabajo es la forma perfecta de relación con nuestros semejantes, por eso me ha interesado siempre hacerlo mejor cada vez. Porque una profesión mal servida es el caos en nuestra sociedad; si uno hace lo suyo lo mejor que puede, todo a su alrededor se levanta; es un desafío que la madre de familia enfrenta cada día. Como cada uno en su profesión... De un buen profesor sólo puede surgir buena educación; de un buen político sólo debe surgir buena política...si las cosas no son mejores para el pueblo es porque la profesión política no está bien servida. Si las cosas no son mejores, es porque nuestras profesiones no están bien servidas. Cantar, entonces, es mi forma natural de relación con la época en que vivo. Y es mi forma de relacionarme con Dios, por supuesto. Porque soy creyente en un Orden Universal. Es cierto que hay quienes creen en Dios por temor, yo no: creo en Dios por agradecimiento, porque mi historia es, además, la historia de una mujer conforme -nos dice.

   El estilo de Monna Bell es propio de ella, inédito. Desde su sitial, en que no se necesita del éxito en el "ranking", ya no requiere probar nada a nadie. Simplemente es quién es. Por eso es que sólo ha grabado contadísimos discos en su vida: "En mi carrera siempre presentí que no se trataba de cantidad, sino de calidad. Digamos que mis discos han sido, por decirlo así, meras casualidades. Sin embargo, con toda modestia, creo que he entregado uno o dos discos que el público ha recibido y ha hecho suyo en el seno del hogar. Lo que para mí es suficiente. Ahora, sigo abocada a mis presentaciones personales. Quizás grabe uno o dos discos más, pero sólo si creo que van a quedar en el corazón del pueblo; a manera testimonial, nada más; porque la canción popular es patrimonio del pueblo, por derecho propio."

   Así, en su fulgurante madurez, la legendaria voz de Monna Bell la tenemos presente ahora en un disco con canciones que ha escrito para ella Juan Gabriel, el compositor más popular de México. Digámoslo, él también es un "clásico" de la música popular; entonces este disco nuevo es excepcional. En verdad, y Juan Gabriel lo sabe, aquí no se trata de estar sólo en la rokola, porque la memoria de la rokola es de lo más efímera. Monna Bell cantando a Juan Gabriel es lo seguramente vivo, he aquí el clasicismo referido.

    Monna Bell nació en Santiago, donde a los veinte años ya era una figura respetada de la música popular chilena. Comenzó profesionalmente a los 16, recorriendo Chile como "crooner" de una orquesta de jazz; pasó a la canción popular acompañando al legendario director musical Roberto Inglés en sus actuaciones: él la ayuda a crear su estilo: "Canto en tonos más bajos, esa es toda mi diferencia. Lo demás es el oído del público." A los 25 años graba en España dos canciones: "El telegrama" y "La vida es una tómbola", y la ubican de un golpe. Se radica en México al cambiar su vida: contrae matrimonio con Alex Phillips II, el legendario fotógrafo de cine, con quien son padres de dos hijos. Nunca ha dejado sus presentaciones personales en salas de fiesta de la Ciudad de México, de Río de Janeiro, Buenos Aires, Beiruth, New York o California, lo mismo está haciendo una larga temporada en Las Vegas o viaja a dar un solo concierto a Caracas. Se entiende, entonces, porqué grabar más o figurar en la noticia del día no le importa. Nos dice:
   -Para un intérprete un disco pasa a ser algo extático, porque se hace y pasa a ser patrimonio de los demás. Estar en el escenario, cantando en vivo es otra cosa: es la comunicación inmediata, mi forma de alabar a Dios y a mis semejantes, no menos. Que esa comunicación, para mí es agua viva, algo que tiene que ver con una nota musical precisa, con decir lo mejor posible una canción, así sea una canción que nunca hubiera grabado. A eso nada más aspiro, a servir de intérprete lo mejor posible. Que ese logro secreto es para mí más que suficiente.
 
(Derecha: "Monna Bell y Waldemar Verdugo Fuentes",
fotos Nadine Markova, Max Clemente, staff Vogue)

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